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Capital Natural: Valorando los Recursos del Planeta

Capital Natural: Valorando los Recursos del Planeta

18/12/2025
Maryella Faratro
Capital Natural: Valorando los Recursos del Planeta

El capital natural es el pilar de la vida y la economía global. Sin embargo, a menudo pasa desapercibido en los cálculos financieros tradicionales. A través de este artículo, exploraremos a fondo su significado, clasificación, servicios ecosistémicos, impacto económico, desafíos y las acciones que podemos emprender para preservarlo.

En un mundo donde las dinámicas socioeconómicas suelen priorizar el crecimiento inmediato, reconocer el valor de los recursos naturales se vuelve indispensable. Incorporar esta perspectiva puede redefinir políticas públicas y estrategias empresariales hacia modelos de desarrollo más sostenibles.

Este artículo ofrece un recorrido desde la teoría académica hasta ejemplos prácticos y casos de éxito, proporcionando herramientas para valorar y proteger los activos naturales que sustentan nuestra existencia.

¿Qué es el capital natural? Orígenes y definiciones

El capital natural se refiere al conjunto de bienes tangibles y servicios invisibles que la biosfera provee. Engloba recursos materiales como agua, minerales y suelo, así como procesos vitales como la polinización, la regulación del clima y la purificación del agua.

El concepto tiene raíces en E.F. Schumacher (1973), pero alcanzó gran relevancia con el informe Dasgupta de 2021. Este estudio alertó sobre la pérdida acelerada de biodiversidad y recursos, proponiendo un cambio de enfoque en las métricas económicas tradicionales, que han ignorado el costo de la degradación ambiental.

Además, el enfoque del capital natural promueve una comprensión integrada de la economía y la ecología, demostrando que la salud de los ecosistemas condiciona directamente la estabilidad social y el bienestar humano.

Clasificación del capital natural

Para gestionar de manera efectiva los recursos, es esencial distinguir sus distintas categorías. Cada tipo de capital natural presenta características, potenciales y riesgos diferentes:

Una administración responsable busca equilibrar la extracción con la conservación, maximizando la capacidad de regeneración natural en distintos niveles y evitando la sobreexplotación.

Por ejemplo, la gestión sostenible de acuíferos implica establecer límites de extracción, monitoreo continuo y recarga artificial cuando sea necesario.

Servicios ecosistémicos clave

Los servicios ecosistémicos son beneficios directos e indirectos que los seres humanos obtienen de los ecosistemas. Se clasifican en cuatro grandes grupos:

  • Servicios de provisión: suministro de alimento, agua, madera y energía.
  • Servicios de regulación: control del clima, captura de carbono y purificación del aire.
  • Servicios culturales: recreación, turismo y valores espirituales.
  • Servicios de soporte: formación de suelo, polinización y ciclo de nutrientes.

Los servicios de provisión son la base de numerosas actividades económicas, desde la agricultura hasta la pesca. Sin ellos, la seguridad alimentaria estaría comprometida.

Por su parte, los servicios de regulación contribuyen a mitigar los efectos del cambio climático y reducen los costos asociados a desastres naturales.

Los servicios culturales, aunque menos tangibles, generan valor social y bienestar mental, fortaleciendo vínculos comunitarios y promoviendo la conservación.

Finalmente, los servicios de soporte sustentan la productividad de los ecosistemas a largo plazo, asegurando la fertilidad del suelo y la supervivencia de especies polinizadoras.

Impacto económico y relevancia global

El capital natural es el fundamento de la economía y bienestar global. Provee insumos esenciales para sectores clave como la agricultura, la energía, la construcción y el turismo.

Un ejemplo ilustrativo son los bosques boreales, cuyo valor anual en servicios ecosistémicos se estima en 250.000 millones de dólares. Esta cifra triplica el valor de la madera extraída, al incluir la captura de carbono, la regulación hídrica y la producción de oxígeno.

Sin embargo, estas cifras raramente se reflejan en los indicadores económicos tradicionales. Las “externalidades negativas” derivadas de la degradación ambiental —como la disminución de rendimientos agrícolas y la escasez de agua— generan costos ocultos que pueden superar ampliamente los beneficios inmediatos de la explotación intensiva.

La ausencia de una contabilidad adecuada para el capital natural limita la capacidad de los gobiernos y las empresas para tomar decisiones informadas y sostenibles.

Desafíos y tendencias actuales

La comunidad internacional reconoce la emergencia de múltiples amenazas que ponen en riesgo el capital natural:

  • Deforestación y cambio de uso del suelo para actividades agrícolas e inmobiliarias.
  • Sobreexplotación de acuíferos y fuentes de agua superficial.
  • Contaminación industrial y emisiones de gases de efecto invernadero.
  • Pérdida de biodiversidad y fragmentación de hábitats.

Las tendencias demuestran un declive alarmante en varios indicadores. Frente a este panorama, países como Chile crearon el Comité de Capital Natural en 2023 para integrar estos activos en la planificación económica y la formulación de políticas públicas.

Estas iniciativas se alinean con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, especialmente el ODS 15 (Vida de ecosistemas terrestres) y el ODS 6 (Agua limpia y saneamiento).

Métodos de valoración y contabilización

Incorporar el capital natural en las cuentas nacionales y corporativas requiere metodologías robustas y estandarizadas. Entre las herramientas más destacadas se encuentra el Protocolo del Capital Natural (2016), que define pasos para cuantificar, medir y valorar los activos naturales; la Guía Práctica de Restauración Ecológica de la Fundación Biodiversidad, para calcular ganancias y costes en proyectos de restauración; y los indicadores complementarios al PIB, que ajustan el crecimiento económico con la degradación o recuperación del capital natural.

Estas metodologías facilitan el diseño de políticas públicas que integren valores ambientales y permitan a las empresas identificar oportunidades de inversión sostenible y protección ambiental. La estandarización de criterios es un desafío en curso, pues aún existen divergencias en la forma de contabilizar servicios intangibles como la belleza escénica o el valor cultural.

Perspectivas y acciones para el futuro

Asegurar un legado sostenible implica combinar esfuerzos de diversos sectores:

  • Adoptar políticas fiscales verdes que incentiven prácticas de conservación y restauración.
  • Fortalecer la educación ambiental en todos los niveles educativos y comunidades.
  • Fomentar la investigación y tecnologías de monitoreo, como sistemas satelitales y blockchain para rastrear créditos de carbono.
  • Promover la colaboración entre gobiernos, empresas y comunidades en proyectos de protección y uso responsable de los recursos.

Además, es fundamental incorporar incentivos económicos que premien a quienes implementen prácticas regenerativas, desde productores agrícolas hasta grandes corporaciones.

En distintas regiones, proyectos de restauración han mostrado resultados alentadores. En Bangladesh, la recuperación de manglares ha protegido comunidades costeras de tormentas, mientras que en América Latina, la restauración de cuencas hidrográficas ha mejorado la disponibilidad de agua para millones de personas. Estos casos ilustran que la acción coordinada puede revertir tendencias negativas y generar beneficios sociales y económicos duraderos.

Si logramos transformar nuestra relación con la naturaleza, reconociendo que el capital natural no es un bien infinito, podremos garantizar la prosperidad de generaciones presentes y futuras. Es el momento de actuar con responsabilidad y visión de largo plazo.

El capital natural es un legado invaluable. Su conservación y valorización representan el camino hacia un desarrollo verdaderamente sostenible, donde la economía y la ecología se refuerzan mutuamente.

Maryella Faratro

Sobre el Autor: Maryella Faratro

Maryella Faratro